Inauguración: Miércoles 12 de noviembre, 18 h La exposición Invocaciones. Ecologías de contacto, presentada en el marco de la quinta edición de BIENALSUR, forma parte de un proyecto curatorial expandido que analiza la relación entre el cuerpo humano y los cuerpos no humanos del mundo que habitamos. A guiar este recorrido es el término “Invocaciones”, tomado de una conferencia de James Hillman, en la que el psicoanalista describe la invocación como un llamado a espíritus invisibles que implica un desplazamiento del sujeto humano desde el centro de la escena “hacia los márgenes (los costados), en un gesto antimoderno que ignora el ego, el héroe, las intenciones y la biografía de la persona”. En línea con este descentramiento, la exposición en la Embajada de Brasil en Roma propone una serie de obras que investigan críticamente territorios y geografías específicas, consideradas como cuerpos vivos, capaces de intervenir en la construcción identitaria del sujeto humano. Visiones sobre el territorio brasileño, desarrolladas por artistas que se han afirmado internacionalmente precisamente por su investigación sobre el tema de la identidad —como Lia Chaia, Paulo Nazareth y Claudia Andujar— se entrelazan con las obras de artistas como Maria Thereza Alves, Pamela Diamante y Ettore Favini. El paisaje es invocado mediante referencias simbólicas —la silueta del río Tíber, hojas tropicales provenientes de la selva brasileña, fresadoras agrícolas utilizadas para trabajar la tierra en el sur de Italia— en una aproximación corporal al concepto de lugar. El cuerpo se convierte en medida e instrumento de investigación para narrar el territorio y los conflictos identitarios que lo atraviesan, a través de reflejos, superposiciones o incluso asimilaciones directas. En este sentido, el título de la muestra alude a una forma de relación basada en una proximidad epidérmica y empática con el oikos —la casa o el entorno de pertenencia— en contraste con representaciones objetivantes fundadas en la escisión entre sujeto y objeto, naturaleza y cultura. Los límites entre cuerpo y paisaje se disuelven: el sujeto humano ya no está EN el paisaje, sino que, mediante un proceso a veces aditivo, a veces fusional, se convierte él mismo en paisaje.
Imagen: Paulo Nazareth, Objetos para tampar o Sol de seus olhos, 2010