Inauguración: Sábado 2 de agosto, 11 h Esta muestra, organizada por BIENALSUR y la Bienal de Cuenca, reúne obras que confrontan desde distintos lenguajes los efectos de las malas políticas: decisiones –provengan de democracias o dictaduras– que, en lugar de cuidar la vida en común, reproducen el daño, la desigualdad y el sufrimiento. Censura, abandono, pobreza, represión: los síntomas varían, pero el fondo es el mismo. Algunas piezas hablan con contundencia, otras con elipsis o poesía, pero todas señalan lo mismo: las huellas que deja una política que hiere. Frente a esa realidad, el arte se vuelve archivo, testimonio o resistencia. No denuncia solo lo que pasó, sino también lo que sigue ocurriendo. Aquí, lo político no es una categoría abstracta, sino una dimensión encarnada en cuerpos, territorios y experiencias cotidianas. Desde ahí, cada obra ofrece una forma de mirar lo que el discurso oficial pretende olvidar. “El arte no puede reemplazar a la política, pero sí puede impugnarla en sus zonas ciegas”, escribió Nelly Richard. Tal vez ahí radique su potencia: en señalar lo que se quiere invisibilizar, en incomodar lo que se da por natural, en abrir grietas sensibles donde aún es posible imaginar otra cosa.
Imagen: Graciela Sacco, ¿Quién fue?