Toda parte contiene la totalidad. Frente a lo que llamamos realidad, o sea, el conjunto de los fenómenos perceptibles, la física cuántica afirma la existencia de una red oculta que los reconecta incesantemente. Todo fragmento está entrelazado y en constante flujo: no existe separación posible entre sujeto y objeto, observador y observado. Ahora es necesario encontrar una nueva noción de orden, medida y estructura que considere esa totalidad ininterrumpida e indivisa, dejando atrás la forma cartesiana de entendimiento del mundo que divide, fracciona y controla.
Cerca de lejos es la primera exposición en Chile del brasileño Cildo Meireles. Su matriz conceptual induce a un juego de lógicas asimétricas, de casos insolubles, de yuxtaposiciones y de un todo continuo. Tomando la totalidad del espacio expositivo, la obra La Bruja (1979-1981) parte de una simple proposición: una escoba que ensucia en vez de limpiar. De ahí, algo similar a un realismo mágico sucede cuando de la escoba de madera arrinconada en una sala oscura sale una cantidad inconmensurable de hilos que, entre descontrol y contaminación, se apoderan del espacio. Al artista le interesa, aquí, la paradoja entre el contenido y el continente, entre el caos y el orden.
La Bruja fue montada inicialmente en la XVI Bienal de São Paulo de 1981. Nació tímida, recluida en uno de los nichos de la Bienal. Sus 2.000 kilómetros de hilo visitaban las obras adyacentes. y algunos artistas vecinos se quejaron: La Bruja invadía y contaminaba estéticamente sus trabajos.
En el Centro Nacional de Arte Contemporáneo Cerrillos, La Bruja gana plena potencia. Sus 7.000 kilómetros de material textil toman control de la arquitectura moderna de este antiguo aeropuerto y se derraman por las escaleras, salen al exterior y visitan, incluso, otras obras del artista.
Alternando entre caos y orden, los mismos hilos de La Bruja conforman, en una de las salas, los Volumes Virtuais (1968-1969), esculturas que construyen especies de arquitecturas fantásticas al traspasar la geometría euclidiana, deformando y alargando continuamente el espacio más allá del plano.
En dos salas de exposición suena constantemente Mebs/Caraxia (1970-1971), la primera experimentación sonora de Meireles. Un gráfico representando una cinta de Moebius y un segundo conteniendo el dibujo de una espiral, entre caracol y galaxia, dieron origen, por medio de un oscilador de frecuencia, a dos bandas sonoras: Mebs y Caraxia. Esta escultura sonora modela en sonido una estructura de la topología, convirtiendo espacio en tiempo, y fracción en proceso dinámico de totalidad.
Espacios invertidos, circuito sin fronteras. Nada parece estable en esta lógica mutable del infinito modular, en que lo que está dentro, está afuera y la lógica de la equivalencia parece seguir los parámetros de conversión y continuidad. El campo de lo visual es lo menos fiable y, simultáneamente, el más elástico justamente por su imprecisión. Cildo Meireles instala, en esta primera muestra individual en Chile, una reflexión rotunda y a la vez paradójica en la cual, por el espanto de la indeterminación, somos conducidos a otros órdenes posibles.