Como un biombo antiguo japonés que hace viajar el alma entre un panel y otro, con una cercanía natural entre las diferencias recorridas... Se experimentarán las diferencias. Se recorrerán todas las asperezas. Pasaremos por ellas o en ellas, porque es necesario. Esta necesidad era conocida por la música de François Couperin y de Johann Sebastian Bach. Hoy en día, echamos de menos sus conocimientos, pero no su música, que sigue enseñándonos. Añoramos descarnadamente sus conocimientos, como añoramos el río Amazonas, que es en sí un conocimiento que sigue enseñándonos, y tal vez formándonos (formándome). El río primordial es aquí querido, como otros lugares importantes o comunes, expresados gracias a la operación del arte, lugares primordiales; lo común siendo primordial bajo algunos aspectos inherentes. Esta película es una travesía que se apoya en fragmentos de un relato iniciático.* La película se acerca tímidamente, o con reverencia –libremente como en un sueño– a las regiones. La conciencia en movimiento “real” trae con ella el cuerpo. …Cuerpo de hombre, o de pájaro, cuerpo de río o de montaña. Aquí no hay frontera entre las especies, de no ser la individuación (como operación
o proceso) que autoriza o garantiza la singularidad de un viaje. Aquí no se trata del viaje en general, sino de un viaje; el mío, el suyo, el de un ángel, de un animal, o de un flujo.
* “Récit de l’exil occidental” (Relato del exilio occidental). Sohrawardi, nacido en Persia, 1154-1191.