Voluspa Jarpa y Jordi Colomer inauguraron la temporada 2022 de diálogos BIENALSUR

27/05/2022

En la sede del Rectorado de la UNTREF en la Ciudad de Buenos Aires, la artista chilena y el artista español reflexionaron, a partir de  su obra, sobre los modos de experimentar la ciudad. El último viernes del mes de mayo se realizó en el auditorio de la Sede Rectorado Centro de la Universidad Nacional de Tres de Febrero el primer encuentro de los Diálogos BIENALSUR 2022, con la participación de los artistas Voluspa Jarpa y Jordi Colomer, quienes a través de su trabajo reflexionaron sobre las formas de vivenciar la ciudad. La actividad, abierta al público y transmitida en simultáneo desde la plataforma de video BIENALSUR.TV, fue el puntapié inicial de esta serie de encuentros entre artistas y curadores de distintas partes del mundo destinada a pensar los problemas contemporáneas desde el campo del arte.  La directora artística de BIENALSUR, Diana Wechsler, indicó que el abordaje de la ciudad y los modos de habitarla es un tema que siempre tuvo un peso importante en BIENALSUR. “No es casual que estemos pensando la ciudad porque la escena artística se ve en la ciudad, el arte como lo conocemos desde la modernidad ocurre en espacios urbanos. Como rasgo que involucra a BIENALSUR, una de nuestras políticas ha sido trazar mapas donde las metrópolis culturales están en línea con ciudades muy pequeñas o que se consideran fuera de cualquier circuito”, consideró. En su presentación, Voluspa Jarpa se enfocó en el proyecto Sindemia que se expondrá en octubre en el MUNTREF Sede Hotel de Inmigrantes y recoge algunas experiencias del estallido social de 2019 en Santiago de Chile.  La artista trasandina recordó el inicio de la revuelta, con los estudiantes manifestándose contra el aumento en el pasaje del metro. “Los estudiantes hacían lo que llamaban evadir, saltaron los torniquetes del metro durante dos semanas. El Gobierno decide cerrarlo pero el metro es una de las cosas que conecta a una ciudad tan grande como Santiago, por lo tanto la gente se queda a las siete de la tarde de un viernes sin poder acceder a sus hogares y de repente la ciudad estalla. Al día siguiente hubo toque de queda, con los militares marchando por las calles con tanques. Eso fue un cambio muy radical de lo que estábamos viviendo, fue volver a una memoria del golpe. La ciudad entera entra en un estado de rebelión muy orgánico”, contó, mostrando una de las piezas de Sindemia: un mapa de Santiago donde puntos verdes, que cubren gran parte de la lámina,  representan los focos rebeldes.  “Eso cambia la narrativa de este Chile ordenado, neoliberal, contento con su desarrollo y empiezan a aparecer cosas nuevas”, agregó la creadora.  Jarpa se detuvo en uno de los epicentros de la protesta, la hoy rebautizada Plaza Dignidad, donde se erigía el monumento al general Baquedano, protagonista de la Guerra del Pacífico que también “pacificó” la Araucanía y fue un represor de mapuches. “La policía lanzó a los manifestantes casi dos millones de perdigones en la zona de la Plaza Dignidad, eso produjo una gran cantidad de violaciones a los derechos humanos. Hasta hoy tenemos casi 500 heridos de trauma ocular, la mayoría bastante jóvenes”, prosiguió. Jarpa contó que las armas usadas por la policía para este tipo de situaciones tienen protocolos muy específicos que no se cumplieron. Eso quedó plasmado en otra de las obras que integran Sindemia: una serie de fotografías de los árboles de los alrededores de la plaza.  “Se supone que los policías tienen que apuntar hacia abajo para que no haya peligro de que alguna de esas armas produzcan una lesión seria. Sin embargo, cuando miramos los árboles que registramos en la zona cero de la protesta, parecen una especie de coladora que tienen huellas de balas, balines y bombas lacrimógenas en toda su altura”,  detalló.  Asimismo, habló del devenir del monumento a Baquedano y cómo transformó radicalmente la ciudad. “Fue travestido sistemáticamente por todas las barras, mujeres, grupos y colectivos. Subirse al monumento para pintarlo y disfrazarlo era un logro. Hasta que los militares dijeron que ya no podía estar más y lo retiraron. Ahí se ve un surgimiento de la periferia de Santiago en pleno centro, en la plaza ya no quedan adornos, pasto, flores, ni bandera ni nada. Ya no queda esta historia nacional, republicana, todo eso fue borrado”, graficó.  Por su parte, el español Jordi Colomer recorrió algunas de sus obras en las que plantea una apropiación de la ciudad y su arquitectura. Partiendo de una distinción que hace el sociólogo francés Michel de Certeau, Colomer apuntó que los lugares están preorganizados y prevén ciertos comportamientos, en tanto que los espacios son practicados, los hacen los habitantes y desbordan cualquier tipo de previsión. “Mi trabajo tiene que ver con los excesos y los desbordes”, remarcó el artista.  En esa línea, discurrió sobre la serie de fotografías y videos Anarchitekton realizada entre 2002 y 2004 en ciudades como Barcelona, Bucarest, Osaka y Brasilia. Así, mostró un video en la capital de Brasil de los llamados caminos del deseo. “Brasilia es una ciudad pensada para los coches, está tan perfectamente pensada que no hay semáforos,  se va de una lado a otro de la ciudad sin tráfico. Pero los habitantes de Brasilia extrañamente se han empeñado en crear toda esta trama de caminos como una especie de geometría añadida a la planificación perfecta de la ciudad, como vemos acá en la avenida Eje Monumental. Es una muestra de cómo crear literalmente espacio y caminos nuevos que no estaban previstos”, argumentó.  Además se refirió a algunas acciones en la ciudad catalana, cuyo blanco fueron unos nuevos edificios lujosos en las inmediaciones de la playa. “Creo que la arquitectura se puede leer, como las novelas y los cuentos. Estos edificios podemos encontrarlos también en Miami, Singapur o Santiago de Chile. Parecen expresar la voluntad de la ciudad en este momento histórico de estar en el mapa de las ciudades globales cosmopolitas que se parecen todas entre sí”, dijo, acotando que lo más interesante fue el desconcierto que generaban las performances con las maquetas de los edificios. “Venía gente a preguntarnos si estábamos protestando contra esos edificios nuevos o si estábamos haciendo una propaganda. Siempre suceden cosas inesperadas, se trata precisamente de eso”, concluyó.   


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