Inauguración: Jueves 16 de noviembre 18h
Hacia mediados de siglo XX, comenzaron a editarse en Argentina los primeros manuales sobre fotografía astronómica. Eran publicaciones técnicas dedicadas a un público aficionado que, a través de cámaras sencillas e instrumentos de fácil construcción, podía obtener imágenes de la vía láctea en buena definición. Más allá de su éxito relativo, estos manuales permitieron por primera vez la unión de dos dimensiones: lo intangible y lejano del espacio exterior con lo ordinario y familiar de los objetos cotidianos.
Es en esta unión donde radica el interés de Nicolás Bacal. Su poética gira en torno al cruce entre la inmensidad y la pequeñez, lo terrenal y lo celestino. Partiendo de la divulgación científica como género literario, Bacal traza operaciones que contraponen la dureza conceptual del tema con la fragilidad plástica de la materia. En su obra confluye el contraste y la metáfora para devenir en experimentos visuales de carácter preciso.
Medianoche reúne dos trabajos sobre el cielo y la tierra. Las fotografías aquí exhibidas reproducen la disposición de las estrellas y nebulosas en la Vía Láctea a partir de objetos cotidianos. Cada una de estas imágenes corresponde a un fragmento del plano galáctico en el que las estrellas que conforman alguna constelación aparecen en foco, mientras el resto de los objetos indefinidos remiten al polvo cósmico. De este modo, lo mundano se transforma en estelar y se devela una cosmología del desorden. Por otra parte, una instalación de treinta y seis banquitos de madera maciza con objetos incrustados traen a escena las constelaciones que forman parte del hemisferio norte. Cada banco es posible de ser utilizado y tiene tallado en su base una constelación. Mientras que la disposición de las patas contribuye al dibujo de esta, los objetos incrustados funcionan como comentarios sobre mitologías existentes, como líneas de fuga o puntos de partida para nuevas imaginaciones.
Medianoche se presenta como una parcialidad. Ni el plano galáctico está completo ni las ochenta y ocho constelaciones que conforman la esfera celeste están presentes en esta sala. Y es que desde la experiencia humana no es posible ver la totalidad del cielo. En ese sentido, Medianoche funciona como contrapunto: mientras en un hemisferio es de noche, hay otro en el que es de día. Vale la pena preguntarse entonces, desde el sótano de este palacio de estilo neoclásico francés, cómo hacer para encontrar ese lado restante.
Francisco Medail