Conferencia de prensa: Miércoles 6 de diciembre 18 h en Galerija hrvatskog školskog muzeja, Hebrangova 5 - Presentación de la instalación lumínica en la fachada del NMMU: Miércoles 6 de diciembre 19 h
El título de la intervención de Juan Cabruja en la fachada del NMMU de Zagreb, Errantes, parecería indicar un conjunto de individuos que deambulan con cierto nomadismo, pero también evoca el término “error”, y como tal podría referirse a alguien cuya misma naturaleza es defectuosa, condenada a un fracaso recurrente. Las “errantes” de Cabruja son, efectivamente, luces LED defectuosas, instaladas en la fachada del museo. Sus fallas codificadas se repiten cíclicamente hasta producir una coreografía silenciosa, perceptible únicamente tras una pausa paciente frente a la entrada clausurada del NMMU. La vibración de la fachada, actualmente en reconstrucción tras el terremoto de 2020, contrasta con la exquisitez de la iluminación navideña que adorna la plaza frente al museo.
El principal interés que mueve la investigación de Cabruja es la discrepancia entre las políticas que regulan el espacio público, cada vez más dependientes de las innovaciones del mercado, y las necesidades biológicas de los cuerpos, humanos y no-humanos. En particular, el modo de funcionamiento intermitente de las luces LED, que en los años 90 fueron sustituyendo a las alógenas en pos de su eficiencia ecológica, tiene un impacto silencioso en el ritmo circadiano del cuerpo humano. Como lo describe espléndidamente Jonathan Crary en 24/7. El capitalismo tardío y el fin del sueño, la aceleración del capitalismo en las últimas décadas resulta en una condición permanente de actividad, alerta y visibilidad que corroe el estado mental del individuo y sus necesidades básicas, entre otras el sueño.
El deseo de iluminación total alcanzó un pico de insensatez a finales de los años 1990, cuando un consorcio espacial ruso-europeo anunció el plan de lanzar en órbita satélites que reflejaran la luz solar hacia la Tierra, con el objetivo final de proporcionar iluminación nocturna a enteras áreas metropolitanas. Afortunadamente, el proyecto nunca floreció, ya que representaría el desenlace distópico de la observabilidad total que Pasolini atribuyó primero al fascismo y, más tarde, a la sociedad consumista. En una realidad permanentemente iluminada sería imposible percibir matices, advertir alteraciones, apreciar las sombras más tenues.
Las erráticas palpitaciones de la intervención de Cabruja llaman la atención de los transeúntes hacia la luz misma; en esa atracción, paradójicamente la revelan, la hacen visible. Todo el edificio, con su arquitectura fragmentariamente iluminada por inestables luces LED, se asemeja a un cuerpo dolorido, un sistema orgánico enloquecido por la constante exposición a las radiaciones de los artefactos lumínicos. La humanización del sistema eléctrico, si por un lado declara el malestar ante la presencia invasiva de la iluminación, tal vez represente una salida posible, la promesa de un error último, la definitiva avería. En el caso de un apagón final, nuestros cuerpos podrían finalmente descansar y nuestros ojos, re-acostumbrados de a poco a la oscuridad, tal vez incluso volverían a percibir los matices en la penumbra.
Benedetta Casini