La vida frágil (variaciones sobre lo íntimo)

Lo íntimo expone, deja toda la humanidad del sujeto al descubierto, lo releva de toda protección: frente a la escena íntima toda lógica de resguardo se llama a retiro. Entonces nos tornamos frágiles en la medida en que cargamos con nuestra desnudez a cuestas frente a la mirada del otro, quien testifica nuestra condición quebradiza. Es esa exposición la que, en lo íntimo artístico, se dispone como un espacio que posibilita el desembarco de lo autobiográfico en lo poético. A su vez, la obra artística exige la abolición de toda distancia. De esta manera, la cercanía y el cálido cobijo que aquella despliega se convierten, también, en un modo de procesar las zonas más duras de la experiencia vital. Al escapar a toda posible normatividad, al establecer como regla un nomadismo de las emociones, en su carácter inapropiable, lo íntimo podría erigirse como el último refugio de lo político o, mejor dicho, como resistencia micropolítica a las disposiciones del orden estructurador de los cuerpos y de sus conductas; en definitiva, de la administración de la vida. Tal vez, en la medida en que la poesía de los gestos sustentada en lo íntimo cobre vigor, los ideales de ruptura entre la obra de arte y la vida habrán logrado una nueva encarnadura. Entonces, solo resta que el gesto íntimo irrumpa con la suficiente potencia poética como para dislocar la desoladora escenografía de nuestra contemporaneidad. Jorge Zuzulich