Inauguración 30 de septiembre 12h
Visitas: De martes a domingos y días feriados de 10 a 19h, con reserva previa en autoentrada.com - Entrada: $250. Miércoles: gratis. La actual situación de emergencia sanitaria global instala, de distintas maneras, nuestra mirada sobre el medio ambiente, el entorno natural, eso que se identifica entre los temas artísticos convencionales como el paisaje, hoy en proceso de resignificación.
¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿De qué manera las sociedades operaron sobre el medio natural? ¿Cómo se fue resignificando el paisaje dentro de los procesos culturales que se fueron dando? Estas son algunas de las preguntas que se imponen y en las que las artes visuales ensayan algunas respuestas: las asumen, revisan, expanden y ofrecen perspectivas que en otro tiempo contribuyeron a la delimitación de un “paisaje nacional” que operara dentro del imaginario en construcción, y que hoy proponen representaciones alternativas para seguir pensando presentes y futuros posibles.
Sabemos que desde hace varios siglos las sociedades humanas ejercen una fuerte acción de modificación del entorno natural signada por el extraccionismo de recursos que ha provocado un alto impacto sobre el planeta. En este sentido, y pensando con Donna J. Haraway, las nociones de antropoceno y capitalismo (capitaloceno) aparecen indisolublemente ligadas al plantearse esta “nueva era” como aquella marcada por la presencia nociva de los dictados del capital por sobre otras necesidades. (Seguir con el problema: generar parentesco en el Chthuluceno)
En términos de Bruno Latour, este “nuevo régimen climático” en el que vivimos exhibe la “total desconexión que existe entre el rango, la naturaleza y la escala de los fenómenos y la batería de emociones, hábitos del pensar y sentimientos que se necesitarían para tratar con esa crisis: no digamos para actuar en respuesta a ella, sino apenas para dedicarle algo más que una atención pasajera” (Esperando a Gaia. Componer el mundo común mediante las artes y la naturaleza).
Quizás en busca de una reconexión, las artes forman parte de los espacios que intentan hacerse eco de estas cuestiones, llamar la atención y plantear alternativas. En este sentido, el llamado abierto internacional de BIENALSUR, que ya desde 2016 viene presentando proyectos ligados a esta problemática, logró en 2020 convertirse en el tema que tiñó la mayor parte de las presentaciones en busca de intentar pensar, cuestionar o iluminar aspectos de nuestro estado de emergencia planetaria.
Hablar de paisaje dentro del ámbito de las artes remite nostálgicamente (y desde una perspectiva kantiana) a un tipo de encuentro con la naturaleza en el que el sujeto queda extático ante la inmensidad, ante eso que conocemos como “lo sublime”. Sin embargo, frente a esa perspectiva histórica, la mirada de los artistas revela –no sin cierta melancolía– otro tipo de encuentro con la naturaleza, uno que alude más bien a su control y explotación, eso que está conduciendo a su degradación y su fin.
En este sentido, y porque creemos en la capacidad de lo simbólico de enfrentarnos de otras maneras a la realidad cotidiana y detonar otras situaciones de pensamiento, es que se ha pensado esta exposición: a modo de puesta en común de numerosas parcialidades, de “detalles” de un universo mayor, con la idea de que juntos sean capaces de invitar a repensar las formas en que nuestras vidas están ligadas a las de la naturaleza de la que formamos parte.
La tensión entre trabajos históricos albergados en la colección del Museo Emilio Caraffa y obras contemporáneas busca promover un choque de perspectivas que ofrecen la posibilidad de activar aquellos pasados en este presente que demanda, desde un humanismo contemporáneo, la construcción de una conciencia ecológica. Diana B. Wechsler
Fotografía: Misterios, Christian-Boltanski.