La modernidad ha construido sus mitos fundacionales, entre otras cosas, a partir de imágenes que contribuyeron a su creación y, en particular, las de aquellos a quienes se identificó como “héroes”. El heroísmo, la entrega, la integridad y el tesón suelen ser algunos de los valores que a estos sujetos paradigmáticos se les asignan. Así se escribieron las historias nacionales, y en la misma clave se eligieron los “héroes” y se erigieron los monumentos que tendrían la responsabilidad de conmemorarlos. Como sentenciara Alois Riegl en su libro de 1903, la modernidad rinde culto a los monumentos, en referencia a su capacidad para identificar aquellos vestigios del pasado y rescatarlos para la construcción de una memoria y un relato en el presente. Este “culto” también se extiende, especialmente en repúblicas jóvenes como las sudamericanas, al rescate de la imagen de hombres y mujeres.
Hombres decididos, firmemente montados sobre caballos rampantes aparecen en plazas y paseos: monumentos, memoriales del pasado, modelos a seguir. Estos volúmenes de mármoles y bronces se convierten en pernos visuales para orientar los recorridos en la ciudad. De entre todos ellos, Betsabeé Romero eligió pensar con el monumento a Carlos María de Alvear (1789-1852) realizado por Antoine Bourdelle en 1925.
Un conjunto de 60 cabezas de caballo de cerámica sostenidas por un palo emergen de la plazoleta triangular que está al pie del Monumento a Alvear y que sirve como ornamento y a la vez para bifurcar el flujo de tránsito. Estos caballos recuerdan aquellos con los que jugábamos de niños recreando unas veces las películas de cowboys y otras, las de los relatos históricos.
La sencillez del conjunto establece rápidamente un contrapunto entre aquella dimensión monumental –en todo sentido– propuesta por Bourdelle y esta otra irónica y hasta íntima –en términos de la evocación a memorias de infancia– que propone la artista mexicana, deconstruyendo en este gesto no solo el “culto monumental” sino también el “culto al héroe” y con ellos los relatos, invitando así a pensarlos una vez más.