La exposición Bon Vent de Rodolphe Huguet presentada en la Meseta Experimental es parte de las residencias cruzadas iniciadas en 2013 con Frac Franche-Comté. Invitado a la residencia en 2017, Rodolphe Huguet supo desarrollar, en ese contexto, un vínculo privilegiado con el molino de azulejos Monier en Marsella, cuyas obras presentadas hoy dan cuentan generosamente de ello. Más allá de una residencia y un encuentro con el mundo mecánico de un azulejo contemporáneo, Rodolphe Huguet pudo descubrir el azulejo, un elemento arquitectónico a priori bastante común y producido en millones de copias. Interesado tanto en la forma como en la función de este material de construcción, en su fabricación mecanizada y su propio material, durante su estancia en esta fábrica de azulejos, desarrolló un universo de formas en el que cada azulejo termina convirtiéndose en una escultura única para el mundo con una identidad singular. A merced de sus experimentos y hallazgos, los amasó, los agujereó, los forzó para que se transforman en objetos reales cargados con una nueva dimensión plástica y política. El azulejo ya no existe y, desde luego, nunca fue para Rodolphe Huguet un objeto simple reducido a su función primordial de ser producido a gran escala, si no que pudo ver su valor funcional original que es el de proteger, resguardar, enriquecerse de un valor social y político, que nos dice más que cualquier manifiesto sobre nuestra sociedad contemporánea.
Rodolphe Huguet, Bon Vent, 2018, 32 barcos de baldosas plegadas, terracota en bruto engobada, piedras, bloques. Vista de la exposición en el Frac. © JC Lett / FRAC Provence-Alpes-Côte d'Azur
