Obra con múltiples aristas, Burladero remite en primera instancia a la tauromaquia al retomar formalmente aquella pantalla detrás de la cual se protegen los toreros cuando, en palabras del artista, "algo sale mal".
Sin embargo, el término que titula la obra posee una carga de sentido que se asocia directamente con uno de los momentos claves de nuestra historia reciente: el año 2001, la severa crisis económica, social, política e institucional que aquejó a todo el país, los respaldos en moneda extranjera que no fueron tales, economía del trueque y ollas populares, declaración de estado de sitio, asesinatos de manifestantes, atropellos a las Madres de Plaza de Mayo, cacerolas batientes desde balcones y en las calles del país. Evidentemente, algo salió mal…
De la arena de la plaza de toros al plano de la realidad, la transferencia además se efectiviza recurriendo a una materialidad particular, la de las chapas de zinc habitualmente utilizadas para el recubrimiento de techos. La elección de este recurso artístico se ve subrayado por el tratamiento de las mismas a través de golpes y martillazos, al estilo "cacerolazo". A su vez, las estructuras portantes replican –a manera de eco– aquellos dispositivos utilizados por las fuerzas de seguridad para impedir la circulación de los manifestantes en el espacio público.
De esta manera, la propuesta de Esteban Álvarez interviene, de manera polisémica, sustentando uno de los ejes curatoriales centrales relevados en la convocatoria abierta de esta segunda edición de BIENALSUR: memorias y olvidos.