Dura lex sed lex es una frase latina que significa “la ley es dura, pero es la ley”. La máxima era utilizada en Roma antigua para recordar los límites de la legislación estatal y su sentido de inflexibilidad. En otras palabras, si la ley no fuese dura, no sería ley y su rigidez sirve al control de la mayoría por una minoría de dirigentes. En los últimos tiempos, la legitimidad de las acciones judiciales y políticas ha sido cuestionada por el aparente grado de arbitrariedad de sus procedimientos.
Esta exposición es un ensayo sobre la potencia y el límite del arte para enfrentar, sutil o violentamente, las fisuras de estos sistemas. El encuentro entre generaciones y localidades a partir de las obras manifiesta los cruces transhistóricos dentro de Latinoamérica, afirmando una condición de clandestinidad ontológica que marca su cultura desde su encuentro con las instituciones occidentales.
A las experimentaciones estético-políticas de las décadas de 1960 y 70 que friccionaran los límites entre experiencia vital, legislación y objeto artístico, prosiguen las obras que son reflejo del encuentro del cuerpo con la cultura punitiva tradicional; las que ven el espacio público como un campo de acción; y las que usan diferentes tecnologías para alterar las formas cristalizadas por las letras de la ley. En la inminencia de la ilegalidad, muchas piezas se confunden con el objeto de delito y usan exhaustivamente el espacio de excepción del arte hasta poner en jaque su propio sistema.