Hace cuarenta años se llevaba a cabo el golpe cívico-militar más sangriento de nuestra historia. El inicio de la última dictadura, el 24 de marzo de 1976, significó no solo el despliegue del proyecto político-represivo del poder militar, la desarticulación de proyectos revolucionarios, el ejercicio del terrorismo de Estado y la sistemática desaparición de personas, sino también una profunda transformación de la Argentina en términos económicos y sociales.
Para saber hay que imaginarse, indica Didi-Huberman. Para recordar hay que imaginar, insiste. Lo inimaginable es una excusa. Las imágenes son pistas, fragmentos de memoria, posibles testimonios, entramados, caminos o destinos. Imágenes y sonidos como disparadores de procesos reflexivos en articulación dialéctica con los documentos.
Las marchas llenan cada 24 de marzo la Plaza de Mayo; las baldosas, los memoriales indican lo que se pretende borrar, la propia existencia de los desaparecidos.La tercera edición de la Bienal de la Imagen en Movimiento (2016), a cuarenta años del golpe cívico-militar, invitó a diez artistas argentinos a elaborar una obra que propusiera un nuevo espacio de reflexión.
Porque son siempre necesarias más imágenes, hay diez ejercicios más que se sumaron a otros. Un eco, una construcción colectiva, una insistencia, un ejercicio. Maneras de decir presente, formas de no desaparecer.