El destacado creador italiano Michelangelo Pistoletto, uno de los máximos exponentes del Arte Povera (arte pobre), brindó una conferencia gratuita en el marco de la BIENALSUR, en la que se refirió a la relevancia del arte “para una transformación social responsable, y como elemento de conexión, comunicación y activación de la sociedad”.
En diálogo con Diana Wechsler, directora artística de la bienal, y el curador brasileño Marcello Dantas, en la sede del rectorado de la UNTREF, el italiano señaló que esos conceptos son los que impulsa desde su fundación, la Citta del arte, que fundó en 1998 en Biella, su ciudad de nacimiento, desde donde intenta producir un cambio responsable en la sociedad.
“La Citta del arte toma como base los ideales del Arte Povera, movimiento que nació a mediados de los 60 por parte de un grupo de artistas que se han separado de la idea de un arte consumista, de un arte hecho para elogiar el sistema, del glamour consumista como era el pop art”, dijo Pistoletto.
“En el Arte Povera la palabra ‘pobre’ no significa sin dinero, sino que significa ‘esencial’, significa en relación directa con la tierra, con la fenomenología de la existencia”, explicó el italiano, quien participará de la próxima edición de la BIENALSUR en 2019.
Ante un auditorio repleto, Pistoletto hizo referencia también al uso de espejos, que han sido una parte fundamental de gran parte de sus trabajos: “Un artista puede reproducir todo aquello que ve en el mundo pero no puede hacer su autorretrato sin un espejo. Comencé a hacer autorretratos como una necesidad de reconocerme a mí mismo, a través de mi imagen. Ha sido el modo de tratar de descubrir mi identidad, para saber quién soy a través de mi imagen, qué hago en este mundo, porque estoy aquí y por qué hago arte”.
“Los cuadros de espejos -prosiguió- trabajan directamente con el tiempo. Lo que reflejan es una imagen que dura un instante -el presente-, que va cambiando constantemente. Por eso incluí la fotografía, que fija ese instante, que es pasado, y al fijarlo, mientras el tiempo pasa, se vuelve memoria. Y la memoria es futuro”.
“Y cada persona que se refleja en la obra, en ese momento, se vuelve protagonista. Entonces ya no es el autorretrato de una persona sola. Mi identidad es el autorretrato del mundo, en el que estamos todos”, concluyó.